LA ASOCIACIÓN NAVARRA KABIAK ha logrado construir una biblioteca en el campamento saharaui de dahla
En medio del árido desierto del Sáhara, allí donde tantas familias tienen que lidiar día a día en campos de refugiados por sobrevivir y tantear la búsqueda hacia su libertad, se hace necesario que alguien les alimente sus vidas de sentido, les forme y contribuya a enriquecer la cultura de su pueblo.
La asociación navarra Kabiak-Nidos del Sáhara lleva casi dos años apoyando la red de bibliotecas de los campos de refugiados saharauis que puso en marcha hace diez el proyecto Bubisher en Tinduf. Integrada por maestros, escritores, padres y madres, etc, esta humilde asociación pretende fomentar la lectura, apoyar a las bibliotecas de allí y a la vez crear puentes entre la cultura y literatura saharauis y navarra. “Más allá de sus necesidades básicas como la comida y los medicamentos, que son imprescindibles y que ya cubren otras asociaciones navarras, veíamos necesaria la cultura. Nuestro cometido es instruirles de cultura, ellos tienen que ser listos. Si consiguen la independencia, nadie les debe pisar, tienen que saber arreglárselas y para ello necesitan formarse”, afirmaba Josu Jimenez Maia en la charla que impartió esta semana en euskera en la biblioteca de Aurizberri-Espinal.
En el campamento de Tinduf (Argelia), que alberga a cerca de 160.000 refugiados saharauis, existen cinco asentamientos o wilayas: Aaiun, Smara, Auserd, Bujador y Dahla, y, hasta el momento, sólo tres de ellas contaban con biblioteca. Sin embargo, el gran logro de este año para la asociación Kabiak ha sido poder construir una cuarta en Dahla. “Todo el dinero que hemos recaudado en las actividades de este año lo hemos destinado íntegramente al proyecto Bubisher, para hacer una biblioteca en Dahla. Tiene buenas instalaciones y es importante fomentar la lectura para que otros puedan aprender”, exponía Jimenez, confesando que a los adultos saharauis les gusta leer novelas y que los niños eligen leer en castellano (allá es la segunda lengua más hablada).
Hasta ahora, gracias al proyecto Bubisher, en los cinco asentamientos se valían de bibliobuses, una especie de bibliotecas móviles que acercaban libros a diferentes centros educativos, monitores o animadores de lectura. Sin embargo, con el paso del tiempo y las malas condiciones en las que viven, estos autobuses se iban deteriorando o se averiaban sin que fuera fácil su arreglo. Por eso, es un logro haber construido otra biblioteca más. “No se trata sólo de ir y construir. No nos gusta la actitud paracaidista. Lo que hemos hecho ha sido visitarles, enseñarles a los propios maestros y monitores, proveerles de material didáctico en español y darles formación. Es muy enriquecedor”, añadía. De hecho, han sido sobre todo las mujeres quienes más la utilizan, además de que fueron muchos los que se interesaron por el puesto de bibliotecario. “La idea también es mantener los puestos de trabajo, allí tienen unos sueldos medios bajísimos y sólo hay 12 bibliotecarios”, decía.
SOLIDARIDAD Pero no todo es recaudar dinero y construir. Si de algo están satisfechos los miembros de la asociación Kabiak es de la sensibilización que están logrando en las escuelas y bibliotecas navarras. Sinfín de proyectos han surgido desde aquí, como los mercadillos solidarios en la Escuela Sanduzelai de Pamplona o en Mendialdea de Berriozar, los pintxos-potes en la escuela Bernat Etxepare o la elaboración de kamishibais en el Instituto Iturrama para mandarlos a las bibliotecas de Tinduf. “Buscamos complicidad, sensibilizar sobre las duras condiciones en las que viven los saharauis. No buscamos dinero, pero sí trabajo conjunto”, declaraba. En efecto, a raíz de un proyecto cultural con la UPNA sobre kamishibai, técnica japonesa de narrar cuentos a través de un butai (una especie de teatro de madera), han conseguido que tres alumnos de la Escuela de Arte y Oficios de Pamplona elaboren estos teatros de madera que en Japón cuestan unos 150 euros. “El sueldo de un maestro allí es de 50 euros cada tres meses. Así que preferimos invertir este dinero en ellos y no dárselos a un carpintero japonés, a la vez que intercambiamos la cultura y las historias navarras y saharauis”, contaba Josu Jimenez, alegando la importancia de dar a conocer la situación de los campamentos de refugiados entre la población navarra.
Cuando hablan del futuro de la asociación, Josu Jimenez afirma que pretenden afianzar la nueva biblioteca y tratar de recaudar fondos para establecer una nueva en Aaiun. “Ojalá los saharauis logren su independencia tras más de 40 años y tengamos que cerrar el chiringuito, pero, mientras tanto, ahí seguiremos mostrando compromiso de ayudar en todo lo que se pueda”. De hecho, Josu puso a disposición el correo electrónico saharakokabiak@gmail.com con ánimo de que alguna escuela o colectivo realice acciones de sensibilización. “Desde aquí también se pueden realizar actividades para concienciar como mercadillos solidarios, proyección de películas o preparar té solidario. Estamos abiertos a que cualquiera aporte su granito de arena”, concluía.